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Palabras de Un Mentor


Para nosotros cada alumno es una vida que se nos confía. Son como preciadas tierras en las cuales hay que trabajar duro, para que lo que lo que sembremos fructifique satisfactoriamente. Como mentores debemos aprender a discernir y, por revelación, ser selectivos de las tierras en las cuales vamos a trabajar para dar lo mejor de nosotros mismos en cada una, entendiendo que en ellas perpetuaremos el legado que se nos ha confiado y que lo que hagamos debe ser de parte del Señor para no desviarles del Propósito ni desvirtuar sus Diseños. No somos sólo maestros, la relación es mucho más estrecha y cercana, compartimos vivencias y no estamos sujetos a horarios de trabajo de oficina, aconsejar acertadamente sabiendo que de ello dependen destinos es algo que nos reta cada día, aunque muchos no son capaces de valorar el arduo trabajo que implica mentorear.

A veces nos llaman tutor, guía, maestro o padres espirituales, sin embargo hago una alerta en cuidar el lenguaje y trasfondo porque jamás debemos desplazar al Padre Celestial, a las coberturas ni a los padres terrenales de cada uno, no podemos manipular ni crear idolatrías o psicodependencias diabólicas, nuestro esfuerzo mayor tiene que ser que se parezcan cada día más a Jesús y cumplan el Propósito de Dios. Recordemos Mateo 23:9-10 “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.”

Es evidente lo mucho que agota estar disponibles casi las 24 horas del día por si surgen casos de emergencias, las horas días y años de guerra espiritual por amor a ellos, guerras continuas y férreas en las cuales los alumnos aprenden viéndonos guerrear por ellos y con ellos, las muchas veces que lloramos con las cosas que hacen y las que les sucede, los sacrificios personales que hacemos para poder estar disponibles y accesibles.

Es increíble el número de las veces que enfermos y agotados nos enfocamos en sus necesidades cuando corren a nosotros por auxilio, el gran dolor que nos causa que hablen a nuestras espaldas y las muchas formas de poner en duda lo que les enseñamos sabiendo que luego de comprobarlo dirán “tenias razón”. Los niveles de revelación a los que tenemos que llegar son tan profundos, sólo para poder ayudarles a vencer, como dice en Corintios 2:12 “lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”


…El precio de ser un buen mentor y mantenerse siéndolo jamás sería posible de medir… Es tan pesada y agotadora la carga por cada alumno que nos hace ancianos espirituales sin serlo en nuestros cuerpos. Son las MARCAS del oficio (Gálatas 6:17).

Aun así, la vida se torna tan diferente y hasta cobra sentido cuando vemos que un alumno logra metas, avances, victorias y, en las celebraciones nos gozamos con ellos como si fuesen nuestras. El verlos restaurarse por completo, crecer y hacer familias y ministrar a muchos otros nos hace analizar y saber que de alguna manera podemos decir: “algo tuve que haber hecho bien allí y valió la pena”.

Por otro lado, gemimos incansablemente cuando uno de los nuestros no aprendió la lección y se dejó enredar en las trampas del diablo, y a pesar de ello no quiere oír a su mentor porque para él ya no lo es.

De alguna manera se cumple lo que dice en Gálatas 4:19 “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”, los engendramos y parimos cada vez que inician nuevas etapas en sus vidas a nuestro lado. Sufrimos al verlos partir hacia sus destinos proféticos, razón por la cual algunas veces evadimos el tema de conversación; el disfrutar el ahora con cada uno nos enriquece y lo valoramos muchísimo porque sabemos que cuando sea la despedida les bendeciremos para que les vaya bien pero ya no podremos estar ahí con ellos ni podremos correr a ayudarles sino que tendremos que quedarnos de lejos observando en oración, ya que nunca dejaremos de orar por sus vidas y ministerios. También están aquellos que una vez que se despiden salen corriendo como si los tenían encerrados y no vuelven jamás para dar las gracias y compartir con nosotros las evidencias de sus logros e inspirar a los demás alumnos, aún así no dejaremos de orar por ellos. De igual manera aunque estén muy lejos si nos enteramos que alguno cayó lo sufrimos y ayudamos en oración, manteniéndonos alertas y con los brazos abiertos por si deciden volver a nosotros en busca de ayuda.

Sabemos que nuestra recompensa no es dinero ni regalos pero cualquier muestra de honra nos motiva a esforzarnos más por ellos, nos hace ver que de alguna manera lo que hacemos es valorado no sólo con palabras sino con hechos, además entendemos que ellos serán muy bendecidos por la honra y por el efecto que cause el sentirnos más motivados.

Podemos ver que hay diferentes clases de alumnos, algunos son muy fieles y responsables en sus tareas, avanzan rápidamente por ser disciplinados en su aprendizaje; otros necesitan que les ayuden a conseguir métodos de estudio y práctica personalizados según sus potenciales; pero hay otros que aunque no queramos saldrán corriendo y se venderán como mercancía para que los reciba otro para mentorearle. Gracias a Dios que el principal mentor es el mismo Espíritu Santo y El mismo mentorea los alumnos a través de escogidos asignados por el Señor.

A continuación voy a mencionar una pequeña lista de verdades para aclarar más:

  • Los mentores no sustituyen la labor pastoral, esta es muy diferente aunque muchos pastores también son excelentes mentores, todo depende de las áreas y de las asignaciones que Dios coloca.

  • Los mentores no sustituyen a los maestros de Escuela Dominical, estos se rigen por horarios y programas de enseñanza muy específicos en la iglesia local, mientras que el mentor va mucho más allá.

  • De la unción del mentor que no respetes no podrás recibir nada, debido a que tendrás el corazón y entendimiento cerrado hacia él. Si no le respetas, no crees en lo que Dios ha puesto en él para ti y te alejaras de él en vez de sentirte necesitado y parte de él.

  • Mentor que no honres lo olvidarás fácilmente y con el también sus enseñanzas. Recuerda que hay muchas maneras de honrar y de deshonrar.

  • Nadie traiciona al mentor sino a Dios quien le asignó ese mentor. Si no recibe al mentor, tampoco recibe al que se lo dio y no ha entendido el proceso que como alumno está viviendo.

  • El alumno aunque quiera y se esfuerce no es quien escoge al mentor, Dios escoge al mentor y al alumno y lo revela porque en ello hay un Propósito y misterio divino. Todos los que por su cuenta escogen mentores terminan en problemas con el Padre, sólo El revela el Diseño de cada alumno y sólo El asigna las tareas de esta índole según los Diseños.

  • Un alumno puede tener varios mentores siempre y cuando cada uno estén puestos por Dios en áreas diferentes y/o compartidas (si los mentores trabajan juntos y en acuerdo), esto es para que la multiforme Gracia de Dios funcione en la iglesia como un cuerpo.

  • Es deshonroso pretender que tu mentor se exprima por ti y luego tú vayas y ni lo menciones cuando obtengas los resultados y digas que todo es gracias a ti por tu esfuerzo y nadie más tiene que mencionarse ahí sólo Dios, recuerda que lo que aprendiste salió de Dios a través de él.

  • Es muy indignante que teniendo tu mentor lo desprecies, le creas insuficiente y de menor nivel al que quieres acceder y vayas a otros ministros como si Dios se pudiera equivocar al escogértelo, ahora, si de igual manera vas, estarás mendigando de las mesas de banquetes de otros reyes teniendo una a nombre tuyo dispuesta para ti.

  • Nunca aceptes que te mentoree alguien que anda buscando por su cuenta alumnos a quienes enseñar, como si no tuviese más nada que hacer y te escogió, mientras consigue algo más que hacer, una cosa es recibir una Palabra puntual y otra es un mentor.

  • Nunca te dejes envolver por mentores lobos que andan robando alumnos ajenos que ya tienen quien los atienda y les ofrecen su cobertura, porque la figura de cobertura es muy diferente e implica un llamado específico y muchas otras cosas, el desorden no trae nada bueno, no dejes que te engañen, en el Reino no hay atajos y la Biblia establece los lineamientos.

  • Jamás creas que cualquiera puede ser un mentor y que en cualquier parte le preguntas a quien sea lo que necesites si acaso llegas a necesitar algo porque crees que puedes caminar sin mentor.

  • Del mentor que deshonres no tendrás derecho a herencia espiritual aunque hayas recibido sus enseñanzas, cuando le deshonras te conviertes en tierra de espinos y pedregales.

  • Entiende que un mentor no se las sabe todas, también está aprendiendo y crece junto a ti, pero tiene el nivel y la autoridad para pararse frente a ti y ponerte en tu lugar si fuere necesario.

Agradece al Padre por los mentores que has tenido, valórales, hónrales, cuídales, ámales y entiende que hagas lo que hagas no pagaras jamás los sacrificios, servicio, entrega, trasnochos, ayunos, oraciones, lágrimas, conocimientos y entrenamientos que te dan…

A todos los que desarrollan labores como mentores les insto a seguir adelante, aunque duela, no se aceptan renuncias, cobren nuevas fuerzas en El y lean esto:


VALE LA PENA, NADA ES EN VANO, HAY RETRIBUCIÓN.


2 Timoteo 2:1-3 “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”.


Hebreos 6:10 “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”.

Que la Gracia y Paz de Nuestro Señor Jesucristo sobre abunde en vuestros corazones… Amén.

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